viernes, 1 de junio de 2012

El amor tántrico

Generalmente imaginamos el amor como una experiencia romántica, donde el otro o la otra colma nuestros anhelos y expectativas más profundos. En este tipo de amor buscamos a alguien para sentirnos completos, porque creemos que cuando encontremos a la persona adecuada, se colmará nuestra necesidad y por fin seremos dichosos.
Este amor-necesidad es un reflejo de las carencias de todo tipo de nuestro niño o niña interior, la fantasía de que cuando encontremos a alguien que satisfaga todas nuestras necesidades y expectativas, por fin seremos felices.

Pero la experiencia nos demuestra que la realidad nunca realiza nuestra fantasía, bien sea porque el otro/a no se ajusta a lo esperado y nos decepciona, o bien porque aunque se ajusta bastante tampoco nos trae la felicidad esperada. Sin embargo, el anhelo de llenar nuestro vacío es tan grande que la esperanza de encontrar a la persona que nos completará, perdura, y repetimos el mismo ciclo una y otra vez.
El origen de nuestro amor-necesidad reside en la ilusión de cómo nos percibimos. Debido a que nos percibimos como un ente separado de la totalidad –un ego–, anhelamos fundirnos con otro ser. Pero ese deseo que proyectamos en alguien tiene su origen en un anhelo más profundo: la unidad con la totalidad, el reconocimiento de nuestro Ser.
Cuando vivimos identificados con el ego, el amor-necesidad es la otra cara de la moneda. A nivel energético lo experimentamos con momentos de excitación y descarga, temor a perder al ser amado o a ser absorbidos. Por eso el amor-necesidad es desconfiado y genera relaciones que se fundamentan en la manipulación y el control.
Pero hay otra forma de amar. El amor tántrico no es la proyección de una carencia, es la manifestación de una presencia y un estado energético rebosante, lúcido y extático. No es el resultado de buscar o conseguir algo, es la manifestación de tu naturaleza intrínseca –tu ser verdadero–, cuando trasciendes el ego.

No hay comentarios: