lunes, 12 de diciembre de 2011

Sistema Usui Reiki ¿Qué es y qué no es?

Sistema Usui Reiki ¿Qué es y qué no es?



El Sistema Usui no es un método de autoayuda en el sentido que Occidente adjudica a la expresión, es decir, no intenta instruirnos acerca de tales o cuales ejercicios para fortalecer tales o cuales paquetes musculares, o a pensar positivamente para que nos sucedan cosas buenas.



Si bien estas prácticas suelen brindar a veces resultados aceptables, están normalmente limitadas a fortalecer o enriquecer un área del ser humano dejando por fuera el resto, lo cual es perfectamente sintónico con el pensamiento occidental escindido, dividido en especializaciones cada vez más inconexas unas con otras. Esta tendencia es especialmente apreciable en la medicina alopática donde -por ejemplo- un serio, responsable y experimentado odontólogo, por excelente que sea carece de conocimiento acerca de los pies de su paciente sencillamente porque su formación académica lo excluye.



Esta división recibe valoración social positiva adjudicando a las especialidades virtudes que en muchos casos efectivamente poseen, pero dejando de lado el simple hecho de que dentadura y pies están integrados en un sistema hipercomplejo, dinámico y unívoco, que reacciona en bloque frente a cualquier estímulo, resultando que una infección odontológica afecta inevitablemente todo el organismo incluyendo -por supuesto- los pies.



Para el pensamiento tradicional no existe división entre religión, filosofía y ciencia.



Los pitagóricos -por tomar un ejemplo cualquiera- no se limitaban a estudiar matemática.



En principio, la matemática incluía para ellos cuatro disciplinas: aritmética, geometría, armonía musical, y esférica (lo que nosotros llamamos astronomía), en segundo término tenían códigos éticos, sociales, alimenticios, salutíferos, políticos, es decir toda una concepción cosmogónica unificada. No se podía ser pitagórico y -por ejemplo- comer habas o robar, porque concebían al hombre como una unidad indivisible donde una disfunción intestinal o un acto innoble afectan toda su integridad, por tanto, tarde o temprano esa afección se manifestará en todos los planos de ese hombre.



Una concepción operativa similar se dio en la Inglaterra de los ’60 y ’70 en el grupo de psiquiatras autonominados “antipsiquiatras”. El Dr. David Cooper (uno de sus líderes junto a R. Laing y A. Sterson) decía textualmente: “Cada cosa que sucede en la vida de un hombre sucede simultáneamente en todos los planos de la vida de un hombre, y cada plano lo expresa en su lenguaje correspondiente”.

La misma concepción de base se halla actualmente en el psicoanálisis de los Drs. Luis Chiozza – Enrique Obstfeld en Argentina, la psicoterapia de los Drs. Rudiger Dhalke - Thorwald Dethlefsen en Alemania, y otros.



Estos ejemplos contemporáneos que no pretenden enrolarse en el pensamiento hermético, aportan sin embargo con fundamento y coherencia a la conceptualización unicista -en la cual el Sistema Usui se inscribe- mucho más que la mayoría de las autonominadas tendencias espirituales modernas.



El Sistema Usui es exactamente lo que su nombre indica, un sistema de armonización natural, y por armonización debemos entender armonización del hombre con el cosmos.



Convertirse en reikista del Sistema Usui implica mucho más que aprender las posiciones o el uso de los símbolos. Implica primero y fundamentalmente emprender la tarea de hacernos cargo de nosotros mismos, completa y absolutamente, crecernos para desarrollar y armonizar en nosotros las facultades naturales del hombre, co-responder armónicamente con el cosmos. “Traer más espíritu a la materia” diría un hermetista, “hacer consciente lo inconsciente” diría un psicoanalista.



Es una tarea de toda la vida, comenzando por entender que todos queremos la salvación pero no hay nadie que pueda dárnosla, y que el problema más importante nunca es el problema en sí mismo sino nuestra tendencia a evitarlo. “La revolución empieza por revolucionarse” dice el aserto.



Hasta el cansancio la historia fundacional de Reiki nos habla de errores y fracasos, pero también y fundamentalmente de reconocimiento del error. Nunca de ocultamiento y evasión sino de disposición a corregir y comprender que las cosas no suceden en la vida idealmente, sino que “en los desarrollos cruciales no se puede saltear ningún paso sin poner en peligro todo el conjunto, y que las cosas duraderas deben probar sus alas en peligros menores mucho antes de transformar el mundo en sentido amplio” al decir de Wilhem Reich.



Es un camino hacia adentro de uno mismo -único lugar donde realmente se desarrolla el drama humano- un camino hacia el presente -único tiempo que realmente existe-, un camino que hay que recorrer personalmente.



Usui nos deja una guía que sólo indica cómo transitarlo en forma segura, un mapa que -por fiable que sea- de nada servirá si no estamos dispuestos a internarnos en el territorio.



Por paradójico que parezca no se trata de ser el mejor reikista, o curador, o maestro, esos son sólo pasos. De lo que se trata es de ser humanos completos, humanos conscientes de nuestro cuerpo, mente y alma, de nuestras miserias y nuestra divinidad, porque sólo reconociendo el problema podemos solucionarlo, y sólo reconociendo nuestro potencial podemos alcanzarlo, o enriquecernos al menos en el camino.



El Sistema Usui no es un liviano método de autoayuda concebido en una editorial new age sino un vehículo de conocimiento experiencial común a todos los sistemas tradicionales del planeta, un dispositivo complejo cuyos componentes han sido empleados y corroborados durante -al menos- 5.000 años, una unidad operativa sintética. El aporte de Usui no consistió en suprimir o alterar su estructura sino en simplificar su acceso poniéndolo al alcance de cualquier persona dispuesta.



Alquimia, pitagorismo y otros sistemas inscriptos en el pensamiento tradicional proponen el mismo camino de autorrealización, pero -a diferencia de Reiki- exigen largos tiempos de entrenamiento y generalmente una serie de pruebas previas mediante las cuales el aspirante demuestra su disposición y capacidad para ser iniciado.



Paralelamente, raras veces escuchamos hablar de mediáticos alquimistas o pitagóricos, quizá porque las exigencias previas y las dificultades forman en ellos una conciencia más clara acerca de la magnitud del camino que abrazan. Un camino que -cuando se comprende- minimiza todo lo demás ya que nada puede haber más maravilloso para un hombre que concretar sus potencialidades y acceder conscientemente a su lugar en el cosmos. Cuando esto se vislumbra, inmediatamente se sabe con absoluta certeza que nada externo puede afectarnos seriamente ni merece más importancia que la circunstancial, que -como decía Jesús en Mateo 15-11- “No es lo que por la boca entra sino lo que de la boca sale lo que contamina al hombre. Porque lo que de la boca sale del corazón procede”. Y es allí donde encontramos a Usui hablándonos desde el corazón y ofreciéndonos “luz para alumbrar sus corazones”.

Usui sabe que los seres humanos ordinarios nacemos y crecemos en el pensamiento vertical. Se nos enseña metafóricamente a cavar un pozo mediante el cual -si somos perseverantes o suficientemente astutos- hallaremos la felicidad. A medida que vamos empozándonos encontramos obstáculos y piedras de escaso valor, pero se nos insiste en que cavando más encontraremos mejores cosas y nos obstinamos, conseguimos más gente que cave por nosotros, y seguimos.



Si somos lo suficientemente tenaces encontraremos quizá popularidad, dinero, aplausos, y seguiremos hundiéndonos sin fin en el mismo sitio convencidos de que la felicidad está más profundo.



Eso es pensamiento vertical, cavar indefinidamente el mismo pozo sin cuestionarnos jamás si el lugar es el indicado, hasta que estamos tan adentro que ya no podemos salir.



Desde la historia fundacional Usui nos dice claramente que la búsqueda no es vertical sino horizontal.



Va a EE UU por cristianismo y encuentra budismo, va por comida y encuentra su primer paciente, va por consagración y encuentra sanación, no se obstina en el medio sino en el fin, aplaca los automatismos dispuestos a saltar sobre cualquier cosa nueva y hace de lo nuevo oportunidad. Pero comprendiendo que lo nuevo no surge de la nada sino de lo anterior, y que caminar con otros allana el camino pero nadie puede recorrerlo por nosotros.



Usui Sabe que el niño se separa del vientre materno pero se lleva toda la madre consigo.



Sabe que desde la concepción nos cultiva una memoria genética y un lenguaje que ingresan en nosotros con la sangre, con la leche materna, y con ellos las ideas, todo un mundo de palabras, creencias y significados.



Sabe que ese saber nos moldea desde antes de nacer, seguirá moldeándonos en la escuela, en la sociedad, y cuanto mayor obediencia ofrezcamos a ese molde impuesto menor posibilidad tendremos de reencontrar otro molde propio, a-cultural, que no ha sido hecho por el hombre sino que impregna todo el universo, o mejor dicho, es el Universo.



Desde esa idea nos invita a transitar el camino de regreso a casa, a reintegrarnos con un cosmos del que somos parte, pero para eso hay que pensar, sentir, actuar.



No hay nada que cambiar afuera y por ello parece fácil, pero no suele ser tan simple.



La cultura contemporánea -cualesquiera sean el tiempo y el lugar- es un velo que de tanto estar sobre nuestros ojos se convierte en nuestra mirada, no podemos ver sino a través de ella. Matar personas granjea honores al soldado y cárcel al asesino serial, la diferencia entre ambos es aquello que la cultura determina.



Des-activar el automatismo que instantáneamente califica de héroe o asesino es un trabajo, des-activar el automatismo que instantáneamente nos hace sentir admiración por uno y desprecio por el otro es un trabajo. De-velar, quitar el velo de nuestros ojos es un trabajo que requiere algo de esfuerzo aún con ejemplo tan grotesco. Cuando intentamos develar nimiedades cotidianas se nos hace visible el hecho de que la tarea es enorme.



Un joven bien peinado, de traje Armani con zapatos Gucci produce en nosotros una reacción emocional de respetabilidad y confianza. El mismo joven con el cabello enmarañado, botas texanas y campera con cadenas produce una reacción emocional de rechazo y temor.



El velo del automatismo ha saltado sobre nosotros mucho antes de que pudiéramos siquiera darnos cuenta de que se trata del mismo joven, y lo ha hecho comprometiendo nuestra emoción, nuestro instinto, y atontando nuestra razón.

El Sistema Usui nos propone volver a pararnos en los tres pilares del ser humano, escuchar a nuestra emoción, pero simultáneamente a nuestro instinto y nuestra razón, parar de cavar el mismo pozo.



Gregory Batteson llamaba a eso deuteroconocimiento, un conocimiento del conocimiento, es decir, no negación de lo aprendido en el vientre, la escuela, la sociedad, sino al contrario, re-conocimiento, un volver a conocer lo que conocemos para poder pensar en lugar de ser pensados, poder articular lo nuevo frente a lo conocido, en diálogo con lo adquirido y con los otros ya que nada nuevo nace de la nada ni tiene sostén fuera de lo viejo, no existe la amnesia genética.



Es un trabajo de re-significación, actualizar los significados de las definiciones petrificadas por el hábito, realizar nuevas síntesis, des-cubrir, quitar el velo para que el sol ilumine nuevas plantas creciendo en el antiguo suelo. "Solve et Coagula" dice el axioma hermético, disuelve y reforma.



Es un trabajo de toda la vida, y nadie nos obliga a hacerlo.



Es una elección, no hay manera de forzar a nadie.



“Muchos son los llamados y pocos los elegidos” dicen que decía Jesús.



La cultura occidental ve allí el capricho de un antojadizo dios capaz de ilusionar a muchos para decepcionarlos luego con una o dos elecciones que sólo él entiende, así es fácil, no soy yo quien decide, la culpa es del dios que me engañó y por eso estoy condenado a ser lo que soy.



Las culturas herméticas no son tan concesivas, ven allí las mismas posibilidades para todos, pero exigen que los llamados se auto elijan y se tomen la molestia de cruzar la puerta, caminar, hacer, pensar, sentir.



Es un trabajo.



Todos hemos sido cultivados por una cultura que vivirá en nosotros para siempre, vivimos en sociedad, y esa cultura pone en nosotros una máscara primaria que debemos vestir si pretendemos ser aceptados por los otros.



De lo que se trata en todo caso es de reconocerla, mejorarla si es posible, pero sobre todo ver hacia dónde apunta, si es la imagen que ofrecemos al mundo o es la única imagen que nos muestra el espejo, hoy/aquí es normal ser otro para cada otro, el problema es ser un otro para mí mismo.



El Sistema Usui ofrece un camino de reencuentro y reunión con uno mismo, como paso indispensable para el re-encuentro y la re-unión con un cosmos vivo y consciente que jamás nos expulsó sino del que nos exiliamos viviendo como entes separados.



Es un camino que nadie puede transitar por nosotros, nadie puede obligarnos a transitar, ni podemos forzar a nadie a que transite. Usui lo sabe y simplifica el acceso a cualquier persona dispuesta, pero no elige por nosotros, deberá ser una elección propia.



Reiki nos ofrece la llave (en el Japón tradicional la llave es un símbolo de prosperidad, abre el granero de arroz) pero seremos nosotros quienes elegimos abrir o no las puertas, una manera de hacernos cargo.

Ser iniciado en Reiki es fácil, aprender a “curar” enfermedades aplicando Reiki es muy fácil, incluso las más graves, a condición de que sean ajenas.



La historia fundacional hace especial hincapié en este punto cuando refiere la salida de Usui de la villa: "Mendigos" -grita- "¡toman, toman, toman, quieren, quieren, quieren!", y luego de ser curados y reinsertados socialmente, vuelven a mendigar.



Usui sabe que la cultura contemporánea estimula el distanciamiento del hombre consigo mismo, la des-responsabilización, el poner las causas fuera de nuestras posibilidades, y nos lo advierte.



En "La hermenéutica del sujeto" Michael Foucault hace visible la oposición radical entre misticismo y teología exponiendo que para los sistemas de pensamiento hermético el sujeto necesita transformarse a sí mismo para tener acceso a la verdad, pero paralelamente esa verdad es accesible por vía directa. En tanto para el pensamiento moderno -digamos a partir del siglo XVII en Occidente- esa transformación se torna innecesaria dado que la verdad comienza a considerarse objeto externo al que sólo pueden acceder los especialistas, los cuales pasan entonces a tornarse imprescindibles.



Lo que Foucault nos dice es que la gran enemiga de la praxis -en tanto acción y reflexión sobre si mismo- es la teología, para la cual los únicos que pueden acceder al conocimiento de la verdad (el absoluto, Dios) son los doctores de la iglesia y por ende no hay salvación posible si no es a través de la iglesia.



El mismo Hermes Trimegisto advierte en el "Asclepio": "Un tiempo ha de venir en que los dioses retornen con premura de la tierra al cielo y dejen abandonado a Egipto; un país que fue sede de prácticas religiosas se verá despojado de los dioses y ya nunca gozará de su presencia; pues los extranjeros asolarán este país y esta tierra mostrando desprecio por la religión y, lo que es más grave, prohibiendo, con presuntas leyes y bajo penas prescritas, toda práctica religiosa, devoción o culto a los dioses, esta sagrada tierra, sede de santuarios y de templos, se cubrirá entonces de tumbas y de cadáveres".

Usui sabe esto por experiencia propia y nos advierte que “curar” el cuerpo es fácil, convertirse en un “gran curador” también puede resultar relativamente simple, pero nada de ello será de utilidad para nosotros mismos, ni a mediano plazo para nuestros "curados".



Un cura sanador puede aliviar el padecimiento de algunas personas, pero mientras esas personas no aprendan a sanarse a sí mismas dependerán eternamente del sanador de turno y nada habrá cambiado en suma, las causas de su enfermedad y de su mejoría continuarán fuera de su alcance y responsabilidad.



Un mediático maestro de Reiki que publique decenas de libros y cientos de conferencias puede estimular a muchas personas, pero mientras esas personas no comprendan que el maestro es sólo un vehículo incapaz de sanarlos dependerán de él, y en suma las causas de su enfermedad o mejoría continuarán fuera de su alcance y responsabilidad.



Usui sabe que la cultura nos baña cotidianamente de impotencia, y nos lo advierte.



Luego de su experiencia en la villa renuncia al aplauso del milagrero, a la gloria del gran curador, se despoja del ropaje del teólogo intermediario y articula un sistema para que cualquier persona dispuesta acceda directamente a esa verdad que no requiere intermediarios, o mejor dicho, a la que jamás accederemos mediante intermediario alguno, y nos lo dice claramente:"…era el golpe más grande que había recibido en mi vida y simplemente me tiré al suelo, caí en un charco de barro, lloré como un niño pequeño y me dije: “¡Oh!, ¿qué hice? no salvé un alma…"

Usui ha comprendido mediante la experiencia que la caridad sólo es buena para producir esclavos irresponsables, y que el aplauso es la más inequívoca señal de error para quien honestamente aspira a quitar el velo de sus ojos.



Nada hay de malo en recibir reconocimiento y todos necesitamos la mirada de los otros, estar conscientes de ello allana nuestro camino y nos proporciona la indispensable cuota de solidaridad para con quienes transitan etapas más retrasadas y más avanzadas que las nuestras. Pero cuando el reconocimiento se convierte en la meta, sabemos inequívocamente que nos henos detenido y quedado prisioneros de aquello que tratamos de superar.



"Los caminos del hombre y de la humanidad se alejan paulatinamente uno del otro" diría Martin Buber hace 50 años, y quien pretenda seguir uno debe renunciar al otro. La cultura occidental aplaude únicamente al hombre que renuncia a su condición de tal.



Cuando la humanidad aplaude, el hombre se ha convertido en engranaje de una maquinaria que sólo se sirve a sí misma, si esa maquinaria nos felicita podemos estar seguros de que estamos perpetuando su mandato y sirviéndole como fieles esclavos.



"No se puede servir a dos amos" dicen que decía Jesús. Quien haya comprendido el Sistema Usui sabe que hoy/aquí es un precepto irrefutable, que no está mal ni bien, pero hay que saberlo para poder elegir.



Es un trabajo.

A. Manrique

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